lunes, 16 de noviembre de 2009

El sentido común

Llevo unos días queriendo hablar del caso de los DVD de Baby Einstein. La empresa Disney ha ofrecido devolver el dinero en EEUU a los padres que compraron los DVD Baby Einstein con los que supuestamente convertirían a sus hijos en genios. Véase la noticia entera en:
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Disney/devuelve/dinero/
DVD/Baby/Einstein/elpepusoc/20091026elpepisoc_4/Tes.

En Europa, Disney no ha tomado ninguna decisión, pero al igual que los padres estadounidenses, también tenemos ese deseo de que nuestros hijos sean los más listos, puesto que ha sido vendido masivamente.

La primera que denunció la inexistencia de pruebas científicas que demostraran que los niños se convertían en genios fue la organización Campaign for a Comercial Free Chilhood (CCFC) en el año 2001. Pero me gustaría ir más allá, puesto que millones de padres compraron aquellos DVD para aumentar la inteligencia de sus vástagos.

Este deseo se enmarca en el lema “queremos lo mejor para nuestros hijos”. Desde hace aproximadamente un par de décadas, este anhelo se ha transformado en una carrera para dotar a los hijos de una mayor inteligencia. El aumento de extraescolares que abarcan desde el inglés, el judo, la informática, la música y un montón de disciplinas más, la estimulación temprana o escuchar a Mozart para fomentar y aumentar sus capacidades lo demuestran.

Pero al final, nos topamos con que las promesas de crear genios son falsas quimeras, con que los niños dejan de estudiar, no sabemos motivarles y con una creciente demanda de pasar más tiempo con nosotros, sus padres, que con todos esos artilugios para crear Einsteins.

Quizás nos sintamos ridículos cuando nos llegan noticias como la de Baby Einstein por haber comprado los DVD, pero lo que realmente debemos pensar es que como siempre, en la educación de nuestros hijos, debe imperar el sentido común. La ciencia evoluciona, nos hace la vida más fácil, nos ofrece más opciones y nos abre caminos, pero no podemos agarrarnos a eso como si nos diera la solución. Si existiera un método infalible para hacer Einsteins muchos se pondrían a la cola, otros no, porque saben el coste que supone ser un genio, pero la realidad es que no es así, y menos mal que no lo es. Por lo tanto, una vez más, cabe decir que la medida está en el equilibrio.

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